Lo creo sinceramente: la sexología está mejor que estaba. Como profesionales de la sexología no nos ha ido tan mal. Soy optimista y esto no es un recurso motivacional para generar actitud de escucha. Es lo que siento. Creo que la botella está medio llena y aquí van algunos ejemplos que justifican ese optimismo:

La Sexología está en la Universidad. Ya no se estudia en sótanos ni a escondidas. Casi todas las formaciones son de postgrado y en convenio con universidades. Dos de ellas son Másteres Universitarios (oficiales, por tanto) Pero además en las facultades ya no resultan extrañas las asignaturas vinculadas a la sexualidad, hay cátedras relacionadas y hasta un laboratorio de Sexualidad Humana en la Universidad de Granada. No estamos igual que estábamos.

Se legisla a favor de los Derechos Sexuales. No puede ser lo mismo vivir al amparo de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans (aún en tramitación) que bajo la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social. Cambios legislativos a los que la sexología ha contribuido, aunque el mérito hay que otorgarlo al conjunto de la sociedad. No obstante, si hablamos de la Declaración de los Derechos Sexuales, que aunque no formen parte del tejido legislativo son un buen faro de hacia dónde encaminarse, ahí casi todo el protagonismo recae en la Sexología.

No se mira hacia otro lado ante la sexualidad de las personas con discapacidad. Por supuesto que queda mucho por hacer y no está todo resuelto, algo que nos persigue igualmente en el resto de ámbitos. Pero ahora las entidades del ámbito de la discapacidad intelectual o del desarrollo han aprobado un “Posicionamiento por el Derecho a la Sexualidad” que les genera compromiso. Han pasado del tabú a la tarea. Se acabó la consideración de personas sin sexualidad. Sin duda el trabajo de profesionales de la sexología no ha sido ajeno a estos cambios.

Hay más cambios a mejor. La Educación Sexual cada vez genera más consenso, aunque, periódicamente, sigan surgiendo polémicas por algún texto o propuestas contrarias como el pin parental. No obstante, con esto hemos convivido desde los tiempos del Libro Rojo del Cole

Tenemos más presencia y más consideración en medios de comunicación. Ya no estamos solo en horario nocturno o en revistas eróticas. La práctica totalidad de los medios más o menos científicos o generalistas recurren a profesionales de la sexología y lo hacen buscando voces expertas. Ya no es únicamente una cuestión de morbo. La o el profesional de la sexología está más prestigiado.

Hay más y mejores libros de Sexología, de Educación Sexual. Hay investigaciones, Tesis, cuestionarios validados. Ya no se edifica solo sobre encuestas o impresiones. Más jornadas y congresos, más intercambios de información y de conocimientos. Más redes sexológicas. Presencia constante en redes sociales. Más colectivos solicitando formaciones. Probablemente también más éxitos en los despachos y en las aulas.

La sexología definitivamente se escribe en plural, los sexos no son compartimentos estancos, tampoco las orientaciones o los modelos de relación. Si alguien en algún momento tuvo la tentación de que la sexología sirviera para aproximarse a ciertos modelos preferentemente, eso ya no es posible. Hoy sabemos que la sexología sirve para que cada cual sea su propio modelo. Estamos mejor que estábamos. No lo hemos inventado todo, pero creo que no es descabellado afirmar que en estos últimos años se ha dado un buen impulso a la sexología…

Extracto de la ponencia inaugural «Más Sexología, Más libres: Tareas Pendientes» de Carlos de la Cruz, en las VII Jornadas de Actualización en Sexología Clínica en Málaga, el 21 de octubre.

Carlos de la Cruz es doctor en psicología, sexólogo y director honorífico de los Másteres en Sexología de la UCJC (oficial y título propio).

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